Rafael Devers dice “no” a la primera base

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Por Iván Acosta

Hola, qué tal

Rafael Devers no es un pelotero al que baste con pedirle un favor; es una figura que ha forjado su legado a punta de batazos y determinación. El 8 de mayo de 2025, tras el triunfo ante los Rangers de Texas, Devers dejó en claro que su única mudanza sería al cajón de bateo, no a la primera base. Con esa combinación de humor juguetón y convicción inquebrantable, demostró por qué su voz pesa tanto dentro y fuera del clubhouse.

Hace apenas unos meses, Devers aceptó ceder la antesala para convertirse en bateador designado y abrirle camino a Alex Bregman. En 2024, el dominicano terminó con una línea ofensiva de .292/.364/.531, 31 jonrones y un OPS de .895, cifras que hablan por sí solas. Sin embargo, exigirle ahora un traslado a primera base —posición para la que no fue formado— rebasaría la frontera entre sacrificio razonable y riesgo irracional.

En el béisbol actual, se celebra al jugador “utility”, pero la versatilidad sin fundamento puede convertirse en su propia debilidad. Un estudio de Statcast muestra que los utilitarios tienen un promedio de eficiencia defensiva de apenas 96 % al debutar en primera base, comparado con el 99 % de los regulares en esa posición. Forzar a Devers a recorrer ese tramo sin experiencia previa podría traducirse en errores que comprometan rallies y afecten su rendimiento al bate.

La grave lesión de Triston Casas dejó un vacío importante en la inicial que la oficina de los Medias Rojas no puede llenar con improvisación. Este es el momento donde la planificación deportiva debe brillar: explorar el mercado de agentes libres, considerar opciones desde Triple-A o incluso negociar un cambio oportuno. Apurar a Devers a aprender una posición que exige reflejos, mecánica de pies y lectura defensiva distintas —todo mientras carga con el peso ofensivo del equipo— sería una apuesta innecesaria. Dejarle esa responsabilidad sin entrenamiento adecuado puede salir más caro que firmar a un veterano que ya conoce el terreno. Boston necesita pensar en grande, no en parches.

Confiar en utilitarios de rendimiento intermitente o apurar a Devers para que domine lanzamientos y barridos en primera puede resultar más costoso que la contratación de un veterano de licencia probada.
Decir “no” no siempre equivale a insurgencia; a veces es un acto de coherencia y liderazgo. Devers, cercano al roster y respetado por sus compañeros, entiende que un pelotero resentido puede convertirse en una grieta silenciosa en la química de equipo. Su negativa, lejos de fracturar el ambiente, podría servir como un recordatorio de que la confianza mutua entre jugador y organización es el cimiento sobre el cual se construyen los equipos campeones.

El rechazo de Rafael Devers a mudarse a la primera base no es un capricho de estrella, sino una defensa estratégica de su valor, su rol y del plan deportivo de Boston. La pelota ahora está en manos de la gerencia: deben actuar con visión y compromiso para cubrir la vacante sin sacrificar piezas clave. En este deporte, la grandeza no se improvisa. ¿Encontrará Boston el equilibrio adecuado o habrá dejado pasar una oportunidad dorada para consolidar su aspiración de contender? El tiempo, y el diamante, darán la respuesta.

¿Crees que Boston encontrará el equilibrio adecuado o habrá dejado pasar la oportunidad de fortalecer su contienda? La pelota está en su tejado y, como en cada jugada, el veredicto final lo darán los resultados.

HASTA LA PRÓXIMA, AMIGOS